Ta'homa, Hija de los Lobos
De tradición ebanista, el padre siempre fue una persona tranquila, razonable y serena que prefería razonar con la gente antes que usar la violencia, transmitiendo ese saber y buen hacer a todos sus hijos, incluida su hija. Su esposa, costurera de oficio, era una mujer abnegada al cuidado de su familia y hogar pero de armas tomar si se la enfadaba lo suficiente.
Así creció ella, descerebrada, alocada, gamberra, juguetona, risueña hasta que aquel aciago día, los hijos del día decidieron atacar su poblado.
Todos sus hermanos mayores y su padre salieron a la batalla, regresando solo dos y un padre muy malherido que nunca más levantaría cabeza.
No fue una promesa de venganza pero sí de qué sería fuerte cuando, meses después, el padre fallecería. Fueron sus dos hermanos quienes le enseñaron a enseñar los dientes, a mostrar las garras y presentar batalla, aquellas muertes no quedarían impunes.
Cuando tiempo después sus hermanos no pudieron enseñarle nada más, la pusieron bajo el mando de un Hijo de La Noche para que le enseñase a pelear y, lo consiguió.
En una de tantas batallas, conoció (o más bien vio) a una Hija del Día y se quedó prendada de ella, conociendo lo que era el amor platónico en aquel preciso momento.
Fue peleando que piso una fisura y desapareció para reaparecer allá donde nunca la encontrarían...
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