La Búsqueda de Soliloquio

 De media melena negra ondulada como su madre Selterani, ojos marrones y vestido casi como un director de orquesta, Soliloquio tocaba notas con su batuta de oscuridad. A diferencia de su hermano Eleck, era más tranquilo y metódico.

En cuanto su madre salió de la sala de su hermano, paró de tocar.


-Madre; creo que Viento, nuestra hermana mayor, es más útil aquí

Selterani se paró y vio para él.

-Si crees que será útil, adelante; ve por ella, pero ella no querrá volver

-Eso no será problema, la convenceré


Rato más tarde, en una sala de la cueva alejada del resto, Soliloquio, de unos veinticuatro años tocaba una melodía de lo más extraña para crear la Fisura que lo llevaría hasta Viento.

La música funcionaba bien como sustituta del lenguaje Dailar, lo que hacía que el uso de poderes fuera fácil y sin apenas consecuencias y, también, sin gastar saliva.

El joven cruzó la Fisura y esta le llevó a una ciudad de tinte futurista.

¿Qué raro, que la llevaría a acercarse a humanos sabiendo su condición de Bestia de Sangre?

Ya encontraría la respuesta, por ahora tendría que rastrearla.

Cerró la Fisura rompiendo una simple nota de la estructura y continuó como quien hacía una melodía de búsqueda. Si las notas eran correctas, se sincronizarían con la música del alma de Viento y le dirían dónde se encontraba, así que, empezó a caminar entre la gente que lo miraba extrañada, entre las farolas que iluminaban todo, hasta que, algo sonó como debería, casi como una melodía que nadie podía oír.

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